El pasado lunes 21 de noviembre vivimos en el IES Juan Antonio Castro una experiencia curiosa e inédita hasta entonces. Al llegar a las 8:15 al aparcamiento del centro un grupo de profesores escuchó unos maullidos lastimeros que salían de una de las escaleras de incendio. Había dos gatitos atrapados entre la escalera y la pared, en un hueco muy pequeño.

​ La ​ profesora ​Lola de los Ríos ​intentó sacarlos metiendo la  mano por una pequeña rendija pero la cabecita no cabía (aparte de recibir una buena ración de mordiscos) así que había que sacarlos por otro medio. Tras unos minutos de caos el rescate se organizó enseguida, ya con la coordinación de la directora, que se unió al comando de “liberación”. 

 Un grupo de alumnos de FP básica de mecanizado, dirigidos por su tutor,  picó la pared en la parte del ladrillo -ya que en el hormigón era imposible- con el objeto de hacer un hueco suficiente para que los mismos gatitos encontraran vía de salida. Por otro lado otros profesores examinaron la escalera de incendios en busca del hueco por el que podían haber entrado los gatitos, descubriendo que el probable agujero por donde se habían colado (un hueco justo en una de las ventanas que da al taller de electricidad del automóvil) estaba tapado por una tabla y un trozo de ladrillo, bien encajados ambos. Alguien debía de haber tapado dicho hueco tras meterse los gatitos...

       Una vez quitada la tabla y picada suficientemente la pared, se “despejó” la zona (llena de curioso público) y se puso comida en ambos huecos para que los gatitos se sintieran seguros y salieran, como así fue. Desde el taller de electricidad del automóvil observaron un rato después que uno de los gatitos salía por el hueco entre la ventana y la escalera. El otro debió de salir por el hueco abierto de los alumnos. 
     Tras una serie de pesquisas e hilando, se llegó a la conclusión de que los gatitos llevaban atrapados desde el jueves por la noche, así que habían estado nada menos que tres días sin comer, sufriendo el frío y la copiosa lluvia del fin de semana y la angustia de verse apresados. 
    Afortunadamente el suceso tuvo un final feliz gracias a la inestimable colaboración de los alumnos que se afanaron en el hueco suficiente y de los profesores que en vez de mirar para otro lado se preocuparon de que los dos infelices cachorritos fueran liberados.  Una experiencia muy estresante pero muy enriquecedora y gratificante.

    ¡¡¡Muchas gracias a todos los rescatadores y rescatadoras!!!